martes, 20 de marzo de 2012

artistas nicaraguenses


ARTES VISUALES DE NICARAGUA





El arte Nicaragüense tiene dos vertientes

v  Realismo figurativo
v  Realismo fantástico

Artistas Nicaragüenses


Enrique Fernández Morales

 EL PESAR O EL PLACER DE DIBUJAR

El aporte de Enrique Fernández Morales al desarrollo de las artes plásticas de Nicaragua es por partida doble, como crítico y como artista. Por una parte, su afán coleccionista ha permitido una mirada de conjunto sobre el disperso y semidestruido arte colonial, popular y burgués de los siglos XVII al XIX; y por otra, su labor divulgadora de las corrientes modernas en un medio atrasado y desinformado como el nicaragüense de los cuarenta y su labor creativa, es decir, su abundante y paciente producción de dibujante.

Modesto, acaso menor, Fernández Morales se coloca cronológicamente después de Juan Bautista Cuadra y antes de Leoncio Sáenz, Carlos Montenegro y Silvio Bonilla, en un país donde casi todos los artistas se han caracterizado por poseer un completo dominio del dibujo.

A la primera directriz corresponde la “Colección Enrique Fernández Morales” del Banco Central de Nicaragua, que generó una conciencia y esbozó cierta tradición nacional inserta en la hispanoamericana.

A la segunda se debe la transmisión de pintores como el colorista Matisse y el religioso Rouault Ramen o a Omar D´León, y su obra con sus constantes y códigos, personal, individual, propiamente dicha. En 1982, poco antes de su muerte, Fernández Morales se permitió exponer sus dibujos en al galería de la Casa “Fernando Gordillo”, Managua, quizás única exposición personal que hizo y que de ellos se ha realizado hasta el presente. Retratista y autorretratista, fijó la fisonomía de muchos poetas y familiares amigos, con trazos tan modernos como clásicos: June Beer, Ernesto Cardenal o su esposa, Rosita Arellano: recreó y elaboró sistemas emblemáticos florales, de las virtudes teologales, de los pecados capitales, de las Bellas Artes, en particular, el teatro (máscaras), de casas europeas, medallones de curativos, etc. Paralelamente cultivó con propiedad y subversión la temática religiosa, ofreciendo una serie de variaciones sobre la anunciación, la trinidad y la natividad, el Vía Crucis, la crucifixión, Santa Teresa de Jesús, Sor Juana Inés de la Cruz, San Francisco de Asís y otros santos de la Orden Franciscana.



Rodrigo Peñalba

Estudia en Chicago, Academia de Bellas Artes, de 1926 a 1930. En 1934 ingresa en la Academia de San Fernando, en Madrid, España. Prosigue sus estudios de arte en la Academia de San Carlos en México hasta 1936. Regresa nuevamente a Europa en 1938 y allí permanece durante los años difíciles de la Segunda Guerra Mundial, hasta 1945. Presenta su obra con notable éxito en la Galería de San Marcos, Roma, en 1945. En 1947 tiene una publicación en la sede de la OEA, Washington y en la Galería Macklin. Participa en muestras colectivas entre 1948 y 1957 en diferentes museos del continente americano; Museo de Bellas Artes de Caracas, Venezuela; Artistas de América y Artistas de Nicaragua en la sede de la OEA, Washington, en 1953 y 1957 respectivamente.
Desde 1948 hasta 1972 fue director de la Escuela Nacional de Bellas Artes de Nicaragua y el maestro indiscutible de futuras generaciones de pintores nicaragüenses. En 1968 los pintores del Grupo Praxis le rinden un extraordinario homenaje en la galería del mismo nombre, donde presenta una muestra personal. Su aporte a la pintura nicaragüense ha sido inmenso y en la década de los 80 se estableció el Gran Premio Rodrigo Peñalba, como reconocimiento máximo para el mejor pintor de los certámenes celebrados anualmente.



Fernando Saravia


Forma y color en la pintura de Fernando Saravia
“¿Dónde están los plácidos paisajes de mi infancia? ¿Dónde están los bosques llenos de pájaros? ¿Dónde está el silencio de mi tierra natal? ¿Somos los últimos románticos que añoramos la belleza de las cambiantes estaciones? ¿Dónde están las flores que recogíamos junto a las corrientes de agua cuando éramos niños? ¿Vive todo ello sólo en la pintura? ¡Recordemos! La faz de la Tierra es similar a la de un ser humano. No olvidemos que no somos sino viajeros en este planeta y que nada nos pertenece.” Iván Lackovic. Pintor Yugoeslavo Fernando Saravia, nació en Managua ( 1922 ), es uno de los más connotados artistas plásticos con que cuenta Nicaragua. Es escultor, pintor, y maestro de generaciones. Fue alumno y compañero de trabajo del precursor de la pintura moderna en Nicaragua y padre del arte nacional, el maestro Rodrigo Peñalba ( 1908 – 1979 ), quien recibió una sólida formación en México, Estados Unidos y Europa, lugares donde maduró el oficio aprendido en América. De 1948 – 1979 asumió la dirección de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Saravia es el único pintor fundador de la antigua Escuela Nacional de Bellas Artes, que aún vive. A lo largo de sus años, de manera solitaria y perseverante ha sabido reafirmar su propio estilo. En su técnica se refleja la influencia del impresionismo y el expresionismo, enseñanzas que supo captar con maestría de Rodrigo Peñalba. Asimismo, es evidente en la pintura abstracta de Saravia la influencia del grupo Praxis (1963). 

La obra de Saravia es completa, variada y se encuentra registrada en los catálogos de la plástica nicaragüense. Ha realizado exposiciones personales y colectivas. También, de manera permanente su obra se exhibe en galerías o en colecciones privadas. Ha sido merecedor de premios y reconocimientos a nivel nacional e internacional, por su larga trayectoria y calidad artística. En su obra el artista ha demostrado la solidez, la continuidad, la materialidad y el gusto por su trabajo. Su temática gira alrededor del paisaje nicaragüense, el cual ha sabido interpretar con gran talento. Su pintura es al aire libre y al igual que los impresionistas franceses, sabe captar la impresión subjetiva del paisaje, la cual logra a través del color, la luz y la fuerte textura. Si los impresionistas pintaron los alrededores de París, Saravia en cambio pinta los paisajes de los alrededores de Managua o los ambientes rurales. 

Su obra resulta inconfundible. Hay una preocupación por captar las impresiones y sensaciones del objeto representado. Así lo manifiesta el mismo artista: “Cuando me detengo ante el objeto, éste es porque me gusta así como está. Quiero hacer algo que me EXPRESE, ahí es donde está la gran diferencia, entre la expresión y la descripción. Quiero expresar una vida, una emoción. Lo que pinto es porque veo las cosas tan bonitas que me dan ganas de reproducirlas, más o menos impresionistas o naturalistas, porque es la forma en que más le puedo sacar espíritu a las cosas                       



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