ROBERTO HUEZO
A
veces es imposible separar al hombre del artista. Es el caso de Roberto Huezo.
Su obra mantiene con su vida una relación simbiótica. En los tiempos de guerra
de su país, El Salvador, Huezo fue un ardiente defensor de los derechos humanos
y de la libertad y batalló junto a los jesuitas y a organismos internacionales
a fin de que se dejara sentir la voz de los pobres, de los marginados y de los
humillados por un sistema que les exprime y suelta el bagazo como se hace con
cualquier objeto desechable.
Entonces produjo Huezo unos dibujos
apasionados y enérgicos, desgarradores, sobre la impotencia del ser humano
frente a la barbarie y la violencia cuando esta proviene de las instituciones
que se suponen han de cuidar y salvaguardar la vida de sus súbditos. Hombres y
mujeres desnudos, abandonados al destino de las metralletas y de los látigos, a
la sórdida tenacidad de los verdugos.
Pero esos tiempos se disiparon y El Salvador
recuperó su marcha, como un pueblo que vence sobre el infortunio creado
por sus propios gobernantes. Y en los tiempos de paz, Roberto Huezo tiende una
flor de esperanza, incuba los huevos de la germinación simbólica y los hace
levitar en un espacio abierto y libre. Son tiempos de sembrar, de cultivar de
volver la vista hacia la sorprendente y sorprendida vegetación subtropical de
esta tierra de lagos y volcanes. El también detiene su mirada en el cuerpo de
una mujer o en un poblado que se alza en la ladera de algún valle y su corazón
entonces se regocija con el del campesino, con el obrero que ve que su hijo
alcanza la educación soñada.
La pintura de Roberto Huezo es siempre una
huella, un andar, un recorrido del ojo silencioso y anhelante, minucioso,
acucioso o intemperante o impaciente ante el dolor y el grito de su pueblo. Así
la pintura de Roberto Huezo contiene las vibraciones del momento en que las
produce y están marcadas por el mito. Solo una mano entrenada y un espíritu
sabio y hondo hacen posible estas pinturas.
Desnudos huellas de
una vida
"Lo humanamente
posible" y "El baño" son los títulos de las pinturas que son una
expresión de las emociones de las modelos.
Estas pinturas reflejan una condición humana, una
fragilidad que nace y muere", analiza el pintor, quien asegura que antes
de entrar a trabajar se descalza para poder dialogar internamente con el objeto
que plasmará.
Huezo describe estas pinturas como dibujos que
tienen "el eros sublimado", que no tiene ninguna relación con la
pornografía, sino con el erotismo y el amor.
Y es precisamente ese eros lo que lo invita a
dibujar y a entrar en contacto con el cuerpo femenino con mucho respeto,
dignificando y enalteciendo al ser humano.
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