viernes, 20 de abril de 2012

arte guatemalteco



RAMON BANUS
                                                                    


Hace 47 años en 1962 lo encontramos presentando una exposición en la galería The Old Brook de Spoleto, Italia; un país que siempre había deseado conocer y que le dio hospitalidad durante los 10 años que vivió en Europa.
En Italia se compenetró del renacimiento, que marcó para siempre su incuestionable perfección en el dibujo. Ha sido autodidacta y trabaja a lápiz, tinta, pastel, crayón, acrílico, óleo, técnicas mixtas; temas surrealistas, realismo mágico y pintura de constatación, instalación y performance. Su obra ha sido reseñada en más de 200 ocasiones, desde 1963. Maestro de Arte, Instituto Nacional de Bellas Artes, Guatemala 1982.

La Pintura de Ramón Banús y sus Alrededores

A las desdichas que han sufrido los guatemaltecos, se unió el terremoto de 1976, que arrasó al país, especialmente las zonas rurales más pobres.

Pero acorde con las dimensiones de la ruina, la obra fue larga y generó la mayor movilidad horizontal de población que ha ocurrido en su historia.

Esta oleada humana se refugió un poco en ciudades del interior, pero sobre todo en la capital, cambiando profundamente su composición demográfica, sus  relaciones de trabajo y su aspecto.     Pero en el último cuarto de siglo han surgido del mismo origen otros grupos sociales que invaden la ciudad por los alrededores propiamente urbanos. Esta es una pequeña burguesía que ha creado su propio mundo de comercios, mercados, cantinas con o sin baile y burdeles. Si algún calificativo merece esa subcultura es el de  pintoresca, el vestuario y las costumbres en general imitan a la clase media baja y son muy susceptibles a la influencia de la clase similar difundida por la televisión mexicana.

Ese nuevo sector social se parece al correspondiente en muchos países de la América Latina; es machista, anarquizante, está orgulloso de su condición y se gobierna virtualmente con sus propios códigos. Despierta mezclados sentimientos: es simpático y repelente, vulgar y de recia personalidad.

Su pintor es Ramón Banús, a quien por su bonhomía y espíritu solidario se le abren todas las puertas, incluso las de la intimidad. La cantidad de sus apuntes de ese sector dibujados en los últimos  cuatro lustros es impresionante; da la impresión de un interminable y elocuente documental cinematográfico. Pero sobre todo, demuestran las extraordinarias facultades de dibujante de Banús, en buena  parte responsables de sus cuadros



Banús nunca  se ha preocupado de teorizar y “defender” su posición; tampoco de devaluar las demás corrientes de la pintura contemporánea. Pero importa buscar, entonces, el esclarecimiento de lo que es.


 Él es cautivo de la fuerza humana y plástica de sus personajes, que no aparecen en sus lienzos exhibidos como rarezas, menospreciadas por su condición social o enumerados para distraer al público que los mira. No por ser reconocibles por sus gestos y vestuarios están pensados como arquetipos, en todo caso no más de lo que es cualquier persona de cualquier clase social por su individualidad. Muchas veces se parecen, pero no son iguales a los dibujos previos, hechos junto a la realidad externa; acaso son síntesis de varios apuntes y aun obra final en la que participa la invención. Este es, de hecho, el proceso de gran número de creaciones artísticas y literarias. El resultado es una forma suculenta, barroca, que de inmediato sitúa el espectador dentro del medio invariablemente condicionador de los personajes.












Recodo
Ramón Banús
Oleo sobre Lino
89 cms × 89 cms
Año 2003 









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